Del 1 al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Una semana llena de imágenes tiernas, campañas de concientización y frases que (a veces) no alcanzan a mostrar todo lo que implica dar la teta.
Yo di la teta a mis dos hijas durante dos años y medio. Fueron años de conexión, de calma, de acunar con el cuerpo. Pero también fueron años de cansancio, de dolor de espalda, de noches eternas, de destetes con lágrimas (de ellas y mías).
La lactancia tiene esa mezcla única: es profundamente amorosa, pero también exige muchísimo. Físicamente, emocionalmente, mentalmente.
Y en esa entrega, muchas veces, hay poco espacio para lo que necesita la madre.
Algunas verdades importantes
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Dar la teta reduce el riesgo de muerte súbita del lactante hasta en un 50%
📚 American Academy of Pediatrics, 2022
La AAP recomienda la lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses. Sí, tiene un impacto real en la salud del bebé. -
No es todo o nada. Cada gota cuenta.
📚 OMS
Incluso unas pocas semanas de lactancia ofrecen beneficios inmunológicos. Lo que pudiste dar, ya es un montón. -
La teta no solo alimenta. También regula, calma, vincula.
📚 UNICEF & OMS, 2020
El contacto piel a piel, la succión, la mirada: todo eso es parte del apego. Pero ojo…
El apego no depende solo del pecho
Este es un mensaje que para mí es clave. Porque también hay muchas madres que no pudieron o no quisieron dar la teta. Y lo que vale, en todos los casos, es el contacto consciente.
Dar una mamadera con presencia, mirando a los ojos, con ternura y sin culpa, es tan valioso como una toma al pecho. No se trata solo de qué se da, sino cómo se da.
Amamantar puede ser hermoso. También puede doler.
Idealizar la lactancia no ayuda. Porque cuando una madre está cansada, con grietas en los pezones, sintiéndose sola o sobrepasada, necesita contención. No necesita que le digan “pero es lo más lindo del mundo”.
Necesita poder decir “hoy estoy harta” sin sentirse mala madre.
Necesita saber que puede parar, cambiar de decisión, volver a empezar.
Necesita que le recuerden que también es importante cuidar su cuerpo, su descanso, su salud mental.
Amamantar no es solo un acto biológico. Es también una experiencia emocional.
Una que puede ser hermosa, agotadora, ambigua.
Y una que debería venir siempre acompañada: por el sistema de salud, por la red cercana, por una mirada empática.
Si estás en plena lactancia: te abrazo. Si no pudiste dar la teta: también.
Si decidiste parar: te entiendo.
Hay muchas formas de alimentar con amor.
Y todas merecen respeto.